Algunos miran, yo veo por la ventana
Antes de escribir esto, miraba por la ventana, mientras el sol me pegaba en la cara y el muy descarado casi no me dejaba ver el despertar.
La ventana es lente de la cámara que metafóricamente es tu propia vida. Sólo a través del vidrio, la reja, la persiana, o lo que sea que tengan en ese orifico, está una vista que no le importa qué tal agradable sea, les permite ver el amanecer, el atardecer y el anochecer.
Ahora el punto es, ¿qué tanto disfrutan verlo?
No le hago este interrogantes con la intención de cuestionarles qué tan románticos sean, sino con el fin de sembrarles la intriga sobre cuán objetivos podemos llegar a ser.
El ser humano por naturaleza es poco detallista, o al menos los seres humanos semejantes a mí. Y no hablo del ser detallista en dar, sino en observar.
Soy capaz de llegar a mi casa y pasar los ojos por encima de lo que veo.
Casi nunca noto cuando un chico se ha cortado el cabello y tampoco es que deje de espabilar por ver con detenimiento algo. No es ser despistado, es estar mirando sin mirar.
Ver por la ventana es una expresión un poco más correcta para hablar sobre lo que detallamos en el exterior de la misma.
Y les apuesto que no soy la única que les gusta viajar del lado de la ventana.
Viajo del lado de la ventana más por escuchar, que por ver. ¿O no han notado que quien va en el centro tiene la periferia de todo el panorámico?
Mirando por la ventana me detengo a escuchar los sonidos de la mañana. Los pájaros, los buenos días de la señora de al lado, la perrita Poly ladrándole al gato, la gallina de la casa de enfrente y hasta la parranda de los vecinos de la esquina que casi todos los días amanecen.
Sin más ni menos, me considero una persona de poco ver, pero de mucho escuchar.
Por una filosofía de vida, percibo que muchas veces los ojos engañan. No me pregunten por qué, pero desde muy pequeña, escuchaba la transmisión de los partidos del Junior en la voz de Edgar Perea y los disfrutaba mucho más que la primera vez que pisé el Metropolitano de Barranquilla.
No recuerdo haber escuchado alguna radio novela, pero seguramente la habría disfrutado mucho.
Es la hora y me trasnocho escuchando historias en una emisora que tiene un programa de madrugada donde cada día hay un tema distinto y los oyentes llaman, opinan, cuentas sus anécdotas y hasta les aconsejan.
Contar historias por radio es de las cosas que me encantan. Primero, porque escuchar te da la libertad de imaginar y segundo, porque contar historias son de las cosas que nunca quiero dejar de hacer.
Viendo por la ventana, cuento muchas historias. Viendo por la ventana, miro más allá del vidrio. Porque mientras algunos miran, yo veo por la ventana.
Por: Cindy Torregrosa C. / @Nana_Torregrosa